Hija de los grandes escultores, Gladys Sevillano y Armando Granja, aprendió de ellos la pasión por el arte y las técnicas del modelado. Su trabajo es una reflexión sobre la paradójica complejidad de las emociones humanas, un concepto que formaliza a través de un personaje que, en sus propias palabras, “simboliza cuando nos sentimos con el corazón deshabitado”, pero que en oleadas somos capaces de sanar sintiendo, ya que “algunos sentimientos o sensaciones que extrañamos todavía existen, solo tenemos que buscarlos y a veces tenemos que sentirnos vacíos para sentirnos llenos nuevamente.” María del Mar ha participado en exhibiciones colectivas y subastas en Panamá.